Para avanzar en la justicia ambiental, debemos integrar la justicia para los inmigrantes.
Por la directora senior de Chispa, Estefany Carrasco-GonzĆ”lez Recientemente conmemoramos el 83 aniversario de la vergonzosa orden ejecutiva que autorizó los campos de internamiento de japoneses en nuestra nación durante la Segunda Guerra Mundial (19 de febrero). La mayorĆa de los internados eran ciudadanos estadounidenses, y la orden fue una violación de los derechos civiles y se basó en el racismo contra toda una comunidad. Desafortunadamente, aunque hace dĆ©cadas, esta terrible historia no solo es cosa del pasado. Se estĆ” repitiendo hoy. Nuestras comunidades inmigrantes estĆ”n lidiando actualmente con numerosas órdenes ejecutivas y acciones indiscriminadas dirigidas a los inmigrantes por parte de la administración Trump. Hay planes para una mayor militarización y deportaciones masivas que destrozan a nuestras familias y aterrorizan a nuestros niƱos. Los planes incluso incluyen la creación de un centro de operaciones para migrantes en la BahĆa de GuantĆ”namo, una medida impactante, inhumana y sin precedentes, y la suspensión de la representación legal para niƱos no acompaƱados. Y esto apenas estĆ” comenzando, ya que la administración Trump estĆ” tomando medidas para recortar mĆ”s recursos presupuestarios para la educación, los niƱos y las familias trabajadoras con el fin de financiar muchas mĆ”s redadas de inmigración en nuestros vecindarios y colocar al ejĆ©rcito en mĆ”s comunidades. Las repercusiones de estas acciones de inmigración se sentirĆ”n en todo nuestro paĆs durante los próximos aƱos: en nuestras familias, vecindarios, economĆa, democracia y movimiento de justicia ambiental. La justicia climĆ”tica y la justicia migratoria estĆ”n entrelazadas A medida que navegamos por las complejidades de nuestro sistema de inmigración, debemos incluir los asuntos de inmigración dentro de nuestro trabajo hacia la justicia ambiental. El cambio climĆ”tico exacerba las desigualdades existentes en todo el mundo y alimenta la migración forzada. Las comunidades inmigrantes que luego buscan construir una nueva vida en los EE. UU. tambiĆ©n suelen vivir en la primera lĆnea de los efectos del cambio climĆ”tico y las injusticias ambientales relacionadas: deben lidiar con calor extremo, aire contaminado, corredores de trĆ”fico pesado, altos costos de energĆa, trabajos y hogares tóxicos, exposición a contaminantes del agua y las condiciones desproporcionadas resultantes, como asma y mala salud. Esta intersección entre la justicia ambiental y la justicia para los inmigrantes pesa mucho sobre muchos de nosotros en este trabajo. Sentimos los efectos y el trabajo desde ambos Ć”ngulos. Los intentos históricos y actuales de desmantelar los sistemas que hemos estado construyendo juntos en busca de una mejor nación para todos nosotros tienen consecuencias reales para nosotros mismos como inmigrantes o para las familias inmigrantes y para las personas reales que conocemos, desde familias y comunidades luchando por pagar el aire acondicionado que salva vidas en el calor extremo del verano a las mismas comunidades que constantemente son blanco de acciones y lenguaje racistas por parte de nuestros lĆderes nacionales, incluidos amenazas casuales e insensibles por el DĆa de San ValentĆn, para designar el inglĆ©s como el idioma oficial de los EE. UU. Una oportunidad para la acción liderada por la comunidad Ā«Nuestras comunidades tienen capacidad de acción y una historia poderosa que nos inspira y nos hace seguir adelanteĀ». Pero no podemos permitirnos el lujo de mirar hacia otro lado. Esta intersección presenta una oportunidad para la solidaridad y la acción colectiva. Nuestras comunidades tienen capacidad de acción y una historia poderosa que nos inspira y nos impulsa a seguir adelante. Cuando miramos hacia atrĆ”s, vemos a nuestros antepasados